¿Qué significa Etiopía?
[E-tio-pí-a] [etĭoˈpia]
Palabra derivada del latín Aethiopĭus, y este del griego Αἰθιόπιος.
Análisis sintáctico de "Etiopía"
A nivel sintáctico, esta es la clasificación de "Etiopía" teniendo en cuenta también las posibles variantes:
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Frecuencia de uso de "Etiopía"
Uso en películas
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Uso en libros (hasta 1923)
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Uso en Wiktionary
En una escala del 1 al 10, esta palabra es de nivel 1. Más concretamente, ocupa el lugar 9.367 de un total de 922.236 palabras que hemos analizado en esta fuente.Esto significa que es una de las palabras más usadas del idioma, indicando una alta frecuencia de uso en textos y conversaciones diarias.
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Geografía enciclopédica
Etiopía
- [país]. Estado de África oriental. Confina al norte y O con Sudán, al este con el mar Rojo, Djibouti (ex Territorio Francés de los Afars y de los Issas) y Somalia, y al sur con este último país y Kenia.
- Historia: Los orígenes de Etiopía se remontan a los tiempos más primitivos, cuando pueblos semitas emigrados de Arabia del Sur, entre ellos la tribu de los habasa (de la que procede el nombre de Abisinia), establecieron en el centro del Sudán el reino de Aksum, tras dominar a los pueblos autóctonos negros y hamitas de aquella región. Poco a poco la influencia y el poder de la nueva nación se fue consolidando y hacia el siglo I de la Era cristiana la capital del reino residía en la ciudad de Askun, en Tigré, y su monarca hacíase llamar Nigusa Nagast (rey de reyes).
Durante el reinado del negus Ezanas (320-342) el país fue cristianizado por san Frumencio, enviado del patriarca de Alejandría, y entre tanto los monarcas habían ido ensanchando sus fronteras hasta que en 522 el negus Kaleb invadió el Yemen. Sin embargo, en 570 los musulmanes derrotaron a los aksumitas en La Meca y éstos debieron retirarse, iniciándose a partir de entonces un lento declinar de su poderlo ante la rápida expansión del mundo islámico. En 960 tuvo lugar una revuelta de la población autóctona no cristianizada que derrocó a la dinastía reinante y puso en su lugar a la princesa hebrea Judit. La autoridad de la casa real no fue restablecida hasta que Yekuno Amlak (1270-85) destronó a los usurpadores. Entretanto los musulmanes habían logrado reducir considerablemente el reino, hasta que durante el gobierno de Lebna Dengel (1508-1540) el imán Ahmad ibn Ibrahim al-Gazi, apellidado el Zurdo (Gragne) se adueño prácticamente del país. Pero a la muerte de éste Etiopía recuperó su independencia gracias al apoyo que recibió por parte de Portugal. Durante los dos siglos siguientes las dinastías de Tigré y Amhara rivalizaron en el poder hasta que Lik Kassa, jefe de Amhara, logró vencer a sus enemigos en 1855, siendo coronado negus de Etiopía con el nombre de Teodoro II. Este monarca tomó bajo su servicio al joven Menelik, hijo heredero del derrotado Hallé Melikot, rey de Shoa, y logró de nuevo unificar el país y consolidar el poder central. Las buenas relaciones que mantuvo al principio con Inglaterra quedaron rotas en 1864 debido a una serie de incidentes y los súbditos y diplomáticos británicos fueron hechos prisioneros. Para liberarlos, Gran Bretaña envió en 1867 una expedición militar al mando de sir Robert Napier, que infligió una completa derrota a los etíopes en Magdala (1868).
Como consecuencia de este hecho el negus se suicidó y el país vivió cuatro largos años de anarquía hasta que el príncipe Kassa, del Tigré, logró imponerse y hacerse coronar negus con el nombre de Juan IV (1872-89), en tanto que Menelik, por su parte, había logrado conservar la independencia de Shewa.
Juan IV logró derrotar a los egipcios en Gura (1876), pero en 1889 fue mortalmente herido en Metemma, tras una victoriosa campaña contra los sudaneses. A su muerte heredó el trono Menelik. Éste negoció con Italia el Tratado de Ucciali (mayo 1889), modernizó el país y trasladó la capital del mismo a Addis Abeba (1894).
Pero una distinta interpretación del citado tratado enfrentó a italianos y etíopes. La guerra fue favorable a estos últimos y, vencidas las tropas italianas del general Baratieri en la batalla de Adua (marzo 1896), Menelik impuso el Tratado de Addis Abeba, por el que Italia reconocía la plena soberanía del Estado etíope. Muerto Menelik en 1913, le sucedió su nieto Yassu, pero el descontento provocado por su política proárabe motivó que fuera depuesto por el ras Talari, nombrándose en su lugar emperatriz a Zaudibu, hija de Menelik (1917), en tanto que Talari, primo suyo, era nombrado regente del Imperio. Las ideas progresivas de éste pronto chocaron con las de la emperatriz y en 1928 tuvo lugar un golpe de Estado que proclamó negus a Talari.
Éste ocupó el trono en 1930, a la muerte de Zauditu, y tomó el nombre de Hallé Selassié I, iniciando a partir de entonces una serie de cambios y reformas sociales, económicas, administrativas, etc., destinadas a modernizar y a enriquecer el pais. Pero la defensa de sus derechos frente a la agresividad de la Italia fascista, motivó que el país fuese invadido y dominado por las tropas italianas (octubre 1935).
El emperador tuvo que refugiarse en Gran Bretaña y Etiopía constituyó hasta 1941, junto con la Somalia Italiana y Eritrea una vasta dependencia denominada África Oriental Italiana. Liberada en 1941 por el ejército aliado anglofrancés, el país recuperó la independencia (Tratado de Gran Bretaña, diciembre 1942) y Hallé Selassié ocupó de nuevo el trono. En esta segunda época de su mandato el emperador siguió y amplió los planes de reformas: división del país en 12 provincias, creación de un sistema judicial jerarquizado y de consejos municipales electos, reformas del código penal, nueva Constitución (1955), etc. En 1952 estableció con Eritrea, una federación que le permitía el acceso al mar y en 1957 Etiopía entabló relaciones diplomáticas con el Vaticano. Durante un viaje que el emperador realizó en 1960 al Brasil, el general Newaye se sublevó y nombró emperador al príncipe heredero Asfa Wosen.
Pero Hallé Selassié, logró dominar rápidamente la situación y restablecer su autoridad. En noviembre de 1962 Eritrea fue incorporada a Etiopía, constituyendo desde entonces una provincia más del pais. Esta anexión provocó, sin embargo, el descontento de la población musulmana, que inició una serie de actividades guerrilleras y terroristas para recuperar la autonomía, disturbios que no tardaron en difundirse por otras partes del país y en la misma capital etíope. La situación se agravó en 1973 por el malestar que produjo una intensa sequía, que comprometió la economía y redujo al hambre a grandes masas de la población. En febrero de 1974, en Asmara, la capital de Eritrea, se sublevó el ejército, movimiento que se extendió por todo el país y al que se unió una huelga general. Rápidamente las fuerzas armadas lograron controlar la situación y en septiembre de 1974 derrocaron al emperador Hallé Selassié, el cual, acusado de abuso de poder y malversación de fondos, fue arrestado y despojado de sus bienes. Entre tanto el conflicto del levantamiento de Eritrea fue en aumento, llegando a producirse en febrero de 1975 graves enfrentamientos armados. Tras ser abolido el régimen monárquico así como todos los títulos nobiliarios, en agosto de 1975 Teferi Bante fue nombrado Jefe de Estado. Pocos días después (27 de agosto) el emperador Hallé Selassié, que seguía privado de libertad, falleció como consecuencia de haberse agravado su ya delicado estado de salud. Desde la revolución de 1974 el Gobierno de Teferi Bante tuvo que enfrentarse con dificultades cada vez mayores: rivalidad entre militares y estudiantes y en el mismo seno del Consejo Militar (Derg), el conflicto eritreo, impedimentos para poner en marcha la reforma agraria así como para emprender las campañas de alfabetización (el 90 % de los etíopes son analfabetos) y otras medidas dirigidas a edificar un régimen socialista, que no llegaron a prosperar y sumieron al país en el caos. Esta situación de fuerte crisis culminó el 3 de febrero de 1977 en un golpe de Estado dirigido por el teniente coronel Mengistu Hallé Mariam, primer vicepresidente del Consejo Militar, de ideología socialista pro-soviética, el cual, tras ordenar la ejecución de Teferi Bante y otros militares, se hizo cargo del poder. Mientras tanto continúan los enfrentamientos entre guerrilleros independistas de Eritrea y el ejército etíope, situación esta Que empeoró para Etiopía, en 1977, al ponerse en actividad un movimiento semejante en el E del país, en el desierto de Ogaden, apoyado por Somalia, país éste que reivindica parte del territorio etíope.
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