¿Qué significa policía?
[po-li-cí-a] [poliˈθia]
Palabra derivada del latín polilla, y éste del griego politela.
Diccionario
policía
- [femenino]. Orden público y seguridad de los ciudadanos, merced al cumplimiento de las leyes y ordenanzas establecidas para el mejor gobierno del país.
- Cuerpo encargado de vigilar por el mantenimiento del orden público y la seguridad de los ciudadanos. Dícese también policía gubernativa, porque depende de las autoridades políticas, a diferencia de la judicial, encomendada a los juzgados y tribunales, y de la urbana, que está al cuidado de los ayuntamientos.
- Cortesía, urbanidad, buena crianza.
- Limpieza, aseo.
- [género común]. Agente de policía.
- [americanismo] [República Dominicana]. Arenque.
§ Policía Atinada y de Tráfico. Cuerpo de carácter y organización eminentemente militar con misión de vigilancia total y permanente, así como de represión cuando fuere necesario. Sus componentes están sujetos al Código Castrense. La recluta para el ingreso en este Cuerpo se hace a través de la Escuela correspondiente, mediante el oportuno examen de los solicitantes que reúnan determinadas condiciones relativas a edad, cumplimiento del servicio militar, etc. El Mando es ejercido por una parte por Jefes y Oficiales del Ejército, que prestan sus servicios en comisión, y por Oficiales procedentes del Cuerpo que hayan cursado con aprovechamiento el plan de estudios en la Academia de Policía Armada. El Cuerpo está constituido por fuerzas de Policía Armada propiamente dicha y fuerzas de Policía de Tráfico (con misión especial de vigilar el cumplimiento de los reglamentos de circulación).
Las primeras están compuestas por Compañías y Secciones de Guarnición o Móviles, de composición variable según las necesidades de las plazas en que radiquen; Grupos de Caballería de tres escuadrones y Batallón de Conductores formado por los que prestan sus servicios en los distintos Ministerios Civiles. Las segundas se organizan en Compañías subdivididas en Secciones. A partir de 1979 la Policía Armada pasó a denominarse Policía Nacional.
§ Policía judicial. La que tiene por objeto la averiguación de los delitos públicos y persecución de los delincuentes, encomendada a los juzgados y tribunales.
§ Policía Nacional. Véase Policía Armada y de Tráfico.
§ Policía urbana. La que se refiere a todo lo que tiene relación con el cuidado de la vía pública en general; limpieza, higiene, salubridad y ornato de las poblaciones, encomendada a los ayuntamientos y a los alcaldes.
§ Policía secreta. La gubernativa, cuyos individuos no gastan uniforme a fin de pasar inadvertidos. [definición académica].
policía
Historia.— La palabra policía deriva de polis, que significa ciudad, y se refiere a la tarea de velar por la salud física y moral de la ciudad. El antiguo Egipto, estado de solidez y larga vida, poseía una organización de Justicia casi perfecta, que se servía de auxiliares. Éstos iban sin armas, reservadas al Ejército, llevando sólo garrotes y látigos (como el polizonte español, hasta inicios del siglo XX, que iba con un bastón), pues siendo esclavos, prisioneros o salidos de la cárcel, no eran de confianza para ir armados. En Grecia, según Platón, las calles de Atenas eran un vertedero donde, junto a barro o polvo según hubiera llovido o no, y junto a cadáveres de animales domésticos, corrían otros animales que perturbaban el paso de los ciudadanos. Grecia copió de los judíos organizar la ciudad en distritos; y de los fenicios, el empleo de prisioneros de guerra como alguaciles. En la Atenas de la edad de oro funcionaban diez tribunales, de los que cuatro entendían en homicidios y los restantes en los demás delitos. A su servicio tenían un cuerpo de 3.000 esclavos, que no recibían paga y debían investigar crímenes, reprimir motines y escándalos. Para la investigación, los griegos se valían de augures y usaban ciertos trucos. Se cita el caso de que, habiéndose encerrado en una mazmorra a doce sospechosos de un crimen, se les dio un junco a cada uno, diciéndoles que el del culpable crecería durante la noche. El autor del hecho se denunció a sí mismo al roer su vara durante la noche. En Grecia la policía llenaba fichas, de las que se conserva una en el Museo de Policía de Hamburgo, y a juzgar por ella, no las harían mejor los agentes actuales. Estos policías, que hacían de basureros, vigilantes del mercado, perseguidores de esclavos escapados, etc., duraron tanto como la hegemonía de Grecia. En Roma se organizó este servicio de modo diferente; los magistrados de la nobleza y los tribunos de la plebe poseían sus propias policías, y no era raro que chocasen.
Con el Imperio, se estabilizó la cosa pública, organizándose la policía que era llamada La Cauta. El Pretor cuidaba de mantener el orden en las ciudades; sus secuaces reprimían los escándalos y peleas en tabernas, juegos prohibidos, prostitución, atendían quejas. La Cauta cuidaba también de abastos, de sofocar incendios, de comprobar pesas y medidas, de vigilar a los extranjeros, la circulación, etc. Los jefes, que llegaron a ser 40, se llamaban curadores; los alguaciles, lictores. Aparte, un servicio nocturno, cuyos jefes eran los triunviri nocturni, contaban con mil hombres, ciudadanos honrados y con armas, que, divididos en sectores, vigilaban el sueño de los romanos. Los cuarteles, llamados stationarii, algunos con gimnasio y piscina, acostumbraban a estar en los límites de los distritos en que se dividían los barrios, con un Vicemagistri al frente de cada uno. Roma tenía 28 distritos con 196 barrios. Otros servicios independientes eran el militar y el de los vigiles o curiosos, como les llamaba el pueblo, que se dedicaban al espionaje civil. Las penas que se imponían eran corporales, multas y destierro. La cárcel Mamertina, de mala fama, servía para presos políticos, esclavos destinados al circo y prisioneros importantes; había otras cárceles menores, castro peregrinos, para detenidos en tránsito. Los cuarteles tenían calabozos. Bajo Diocleciano, ya en decadencia la policía, se introdujo el cuerpo de Agentes in rebus, de investigación secreta. Roma llegó a contar diez millares de policías. Reinando Trajano se realizó un censo que, en un millón de romanos, arrojó 32.000 prostitutas y 100.000 juglares, maleantes y vagos. En los días del censor Catón se obligó a los ciudadanos a llevar una insignia de su profesión. Los visigodos imitaron el sistema romano, incluidos los nombres. Cuando no, las funciones fiscales eran ejercidas por escoltas militares; los jueces tenían los villici o sayones, como cuerpo ejecutivo. Su organización la heredaron los países feudales llegando hasta el Renacimiento. Los árabes, más civilizados que godos y cristianos, tenían un servicio de Justicia y policía casi perfectos. Con su organización social equilibrada, supieron convivir tres pueblos —cristiano, árabe y judío— con tres religiones diferentes. A fines del siglo IX tenían un Jefe de Policía, con dos Prefectos (diurno y nocturno) a sus órdenes; la Surta, o Policía, vigilaba el orden público y auxiliaba a los jueces, llamados cadíes. Existían dos Surtas, la grande, que vigilaba las clases inferiores y funcionarios menores; y la pequeña, que protegía la nobleza y altos dignatarios. Con Abderramán III se creó la Wusta Surta, policía media, de tipo religioso. En Córdoba, con un millón de censo y contando con muchos indeseables, para reforzar la vigilancia se crearon los darrab, serenos, armados y acompañados por perros. Los cristianos, al progresar la Reconquista, se iban organizando de manera diferente. Moros y judíos tenían sus comunidades en barrios, llamados aljamas, con organización propia, pero la Policía estaba en manos de cristianos. El zafalmedina, oficial ejecutivo, era el enlace entre alcaide y alguaciles. Los Reyes Católicos anularon las aljamas, expulsando a sus pobladores, lo que perjudicó la agricultura y el comercio, mayormente en manos de mozárabes. Estas minorías, apreciadas por los altos poderes, fueron objeto de barbaridades, no tantas como pretende la leyenda, por parte del populacho. Los españoles, orgullosos de ser "godos", aplicaron la legislación romana. Los crímenes eran rápidamente juzgados y casi siempre castigados con crueldad. Los reyes, para poblar los territorios que conquistaban, concedían fueros, causa de la anarquía civil que ha durado siglos. La Justicia, organizada en merindades, correspondientes a ciudades importantes, tenía el Merino mayor o juez, y el Merino de Aljez, de distrito, el Merino chico, nombrado por el mayor. La policía incluía el alcalde de cortes, bajo el cual estaban los ujieres de armas y los alguaciles. En pueblos y villas, los villici, o sayones, vigilaban el orden al mando de los alcaldes, se les nombraba anualmente. Los sayones, vestidos de rojo, eran considerados feroces, repugnantes y odiados, quizás por lo rudo de la administración de justicia. A pesar de que en Las Partidas se limitaba el uso de la tortura sólo en caso de mentira o malicia, aquella se empleaba demasiado, creyendo que al inocente Dios le alentaba.
Pero lo confesado en ella debía ratificarse ante la Justicia. Los signos de ésta eran: la horca, poco extendida en España; el rollo, columna de piedra, en las afueras de los pueblos, junto al cual el condenado era muerto a flechazos o a espada; y la picota, jaula donde el condenado a ignominia estaba con los pies en un cepo. A los reos, desnudos, se les azotaba y untaba con miel para que acudiesen las moscas a molestarles.
En Francia, Carlos V (siglo XIV) fundó una policía para "aumentar la felicidad y seguridad de su pueblo", que en breve se convirtió en instrumento de opresión, inmiscuyéndose incluso en la comida y vestido, y en los traslados de un pueblo a otro sin su permiso. El resultado fue que campearan el crimen, la suciedad y el desorden, que Luis XIV quiso evitar aumentando los poderes policiales, con lo que se ahogó toda independencia del pueblo. En París, el Teniente de Policía, creado en 1667, gobernó despóticamente hasta la Revolución (1789), con un aumento de criminalidad y traiciones, llegándose incluso a ejecutarse a un marqués con su camarilla por vender cantidad de venenos. Un jefe, La Reynie, trabajó para sanear la ciudad, suprimió la célebre Cour des Miracles, prohibió el uso de espadas a los sirvientes, estableció la censura, etc. Tenía mil infantes y jinetes a sus órdenes, más los arqueros o guardia de la ciudad. Con el advenimiento del Consulado, José Fouché fue nombrado Ministro de Policía, cargo que ocupó hasta el gobierno de Luis XVIII.
Supo organizar la Policía maravillosamente. Mientras que en las naciones continentales de Europa abundaba la Policía, en Inglaterra, sin ella, los ciudadanos, de acuerdo con los gobernantes, aterrorizaban a los criminales con castigos salvajes. Cualquier ciudadano podía ser nombrado agente policial. Muchos se libraban mediante el pago de un sustituto. Eduardo I, en 1285, por el Estatuto 13, conocido por "Vigilancia y protección", reconocía que los habitantes de cada distrito deberían combinarse para su propia protección y que, al toque de queda, no se podía circular con armas y las tabernas debían estar cerradas. Los forasteros, supuestos desterrados o huidos de sus propios países por algún delito, eran mal considerados y se les prohibía ser posaderos. La reina Isabel, en 1588, promulgó una ley dando poderes al deán de Westminster y al mayordomo mayor para castigar a los promovedores de "incontinencias, escándalos y molestias, poniendo en prisión a todo aquél que atentase contra el orden", con disposiciones para castigar el acaparamiento de víveres, obligando a los taberneros a no tener tiendas con cocina; a aquéllos se les obligaba a tener un farol encendido en sus puertas desde las 6 de la tarde hasta las 9 de la mañana, menos cuando hubiera claridad de luna. Otras disposiciones eran acerca de la limpieza de las calles, la venta de alimentos, la separación de los apestados, etc. El autor de estas buenas órdenes fue lord Burleigh, primer mayordomo mayor de Westminster. Su cumplimiento dejó que desear. Bajo Carlos II (1660-1685) se creó un servicio de vigilantes, llamados "Carlitos" por el pueblo, cuya obligación era recorrer su distrito una vez cada 24 horas; se decía que eran "alquilados por la parroquia (distrito) para dormir al aire libre".
Sus cuerpos de guardia eran antros con calabozos protegidos por rejas. Por lo común, eran pobres diablos propicios a la corrupción. Por otra parte, los jueces carecían de sueldo; si en los condados rurales podían ser caballeros honorables, en Londres, éstos no lo querían ser, dado el cúmulo de trabajo, y actuaban como tales gentes sin escrúpulos que recibieron el calificativo de "jueces comerciantes".
Jorge II, en 1737, restableció la ley de Isabel y la City tuvo que exigir tributos para sufragar la vigilancia nocturna. En 1777, Jorge III promulgó una nueva ley con las obligaciones más detalladas de los vigilantes; en la práctica, dado lo mal pagados que estaban, servían de encubridores y oprimían al pueblo exigiendo dinero. A fines del siglo XVII, en Londres, la cuarta parte de sus habitantes eran mendigos, condición que duró hasta el "Estatuto de los Artífices" de 1813, por el que los jueces debían regular los sueldos, cosa que pronto les fue imposible de realizar a causa del incremento de la industria. Desde 1736 hasta 1821 hubo en Londres cinco grandes motines apoyados en la pobreza imperante. Además, los malhechores estaban armados y organizados, de modo que la mayoría de delitos quedaban impunes. Y como que la misma pena de muerte se aplicaba al que robaba un chelín que a un asesino, las muertes violentas estaban a la orden del día. Ante tal corrupción, se fundó un verdadero cuerpo de Policía, cuyos antecedentes remotos datan de inicios del siglo XVIII, cuando el coronel retirado sir Thomas de Veil estableció en Scotland Yard una oficina para redacción de documentos. En 1735 era "juez de corte"; logró detener al jefe de una banda de malhechores y se hizo detective. Uno de sus sucesores, Henry Fielding, formó un cuerpo de Policía que desbarató dos bandas de ladrones, aprehendió salteadores de caminos, etc. Muerto él, le sucedió su hermano y colaborador John, que era ciego, pero de oído tan fino que conocía a todos los malhechores detenidos; creó el arma contra los salteadores de caminos. Los motines tenían que ser reprimidos por la tropa, que, en cierta ocasión, exigió la autorización de un magistrado. Uno de éstos, del juzgado de Bow Street, fue encargado de conservar el orden, ya en 1780. Sus agentes se denominaban "corredores de Bow Street" y muchos eran tan indolentes que dejaban de perseguir a los malhechores fuera de los límites de su parroquia. En 1820 hubo una conspiración para asesinar a los ministros y derrocar la monarquía, que fue cortada por los corredores de Bow Street; y un motín en el entierro del rey Jorge IV, reprimido por el ejército; en 1827, el robo de las sacas del Correo de París, y otros delitos movieron al ministro de Estado Robert Peel a crear una fuerza de Policía que, después de mucha oposición, tanto en el Parlamento como en la prensa, por temor de que fuese un arma de opresión, fue aprobada, de modo que en agosto de 1829 ya había 800 hombres reclutados, divididos en inspector jefe, inspectores, sargentos y agentes, que recibieron instrucción de sargentos del regimiento de la Guardia. Para interrogatorios, se alquiló un local en Great Scotland Yard, por lo que a la Policía Metropolitana se la conoce por Scotland Yard, aun después de su traslado al Nuevo Scotland Yard. La modernización de los medios delictivos, en todos los países, ha motivado la de los sistemas de captura, identificación de detenidos, etc., y ahora se puede decir que muy pocos crímenes quedan impunes.
Sinónimos de "policía"
Ver más sinónimos de policía
Posibles prefijos y sufijos:
En la palabra policía, se identifica el prefijo poli-, (del griego polys, mucho). Prefijo que indica pluralidad o multiplicidad. Se utiliza en numerosos términos para denotar una cantidad elevada, diversidad o extensión en diferentes campos. Ejemplos incluyen poliartritis (inflamación de muchas articulaciones), poliatómico (compuesto de muchos átomos), y poliganglionar (que involucra varios ganglios).
Análisis sintáctico de "policía"
A nivel sintáctico, esta es la clasificación de "policía" teniendo en cuenta también las posibles variantes:
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Frecuencia de uso de "policía"
Uso en películas
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Uso en libros (hasta 1923)
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Uso en Wiktionary
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