¿Qué significa muerte?

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[muer-te] [ˈmueɾte] [ˈmŭɛrte]

Palabra derivada del latín mors, mortem, que significa fin de la vida.




Diccionario



muerte

  1. [femenino]. Cesación de la vida.
  2. Separación del cuerpo y del alma, uno de los cuatro novisimos del hombre.
  3. Homicidio, asesinato.
  4. Figura del esqueleto humano, que simboliza la muerte. Suele representársele con una guadaña.
  5. [sentido figurado] [español antiguo]. Afecto o pasión violenta que parece poner a una persona en peligro de morir. Muerte de risa.
  6. [sentido figurado]. Destrucción, aniquilamiento, ruina. La muerte de un pueblo.

§ Muerte aparente. Estado en que las manifestaciones vitales, como la respiración, la circulación, el calor, etc., son poco o nada perceptibles, de modo que el individuo parece muerto.

§ Muerte civil. [derecho foral]. Cambio de estado por el cual la persona en quien acontecía era considerada como inexistente para el ejercicio o la ordenación de ciertos derechos. Hoy estos efectos son muy atenuados y se conocen con el nombre de interdicción civil, pena accesoria que somete a tutela a la persona a quien es impuesta.

§ Muerte clínica. [medicina]. Momento en que hay evidencia clínica de la muerte por haber cesado todas las funciones vitales a pesar de que en las visceras (corazón, riñones, etc.) no se haya abolido totalmente la vida.

§ Muerte chiquita, [sentido figurado] [informal]. Estremecimiento nervioso, convulsión instantánea.

§ Muerte natural. La que viene por enferrnedad y no por lesión traumática.

§ Muerte negra. Antigua denominación de la peste negra.

§ Muerte pelada, [sentido figurado] [informal]. Person a muy rapada de pelo, o muy calva.

§ Muerte real o somática. Cesación definitiva de la vida. Tiene lugar cuando por la acumulación de desechos dentro de las células, se inicia la descomposición de los tejidos orgánicos.

§ Muerte senil. La que viene por pura vejez o decrepitud.

§ Muerte súbita. La que sobreviene repentinamente, de un modo imprevisto.

§ Muerte violenla, o a mano airada. La que se ejecuta privando a alguien de la vida.

§ Buena muerte. La contrita y cristiana.

§ Salto de la muerte. Véase en el artículo Salto.

§ Acusar a muerte, (esta frase es del español antiguo y ya no se utiliza en el uso diario) Acusar de delito a que correspondía pena capital.

§

  1. A muerte. [locución adverbial]. Hasta morir uno de los contendientes. Duelo a muerte.
  2. Sin dar cuartel. Guerra a muerte.

§ Danza de la Muerte. Véase artículo Danza.

§

  1. De muerte, [locución adverbial] [sentido figurado]. Implacablemente, ferozmente. Odiar, perseguir de muerte.
  2. Dícese de las reses cuya lidia termina matándolas.

§

  1. A muerte o a vida. [locución adverbial]. con que se explica el peligro de un remedio heroico.
  2. [sentido figurado]. Se usa para demostrar el riesgo de una cosa que se intenta.

§ De mala muerte, [sentido figurado] [informal]. Baladí, despreciable.

§ Estar uno a la muerte. Frase que significa: Hallarse en peligro inminente de morir.

§ Hasta la muerte, localidad de que se usa para explicar la firme resolución en que se está de llevar a término una cosa y permanecer constante.

§ Luchar uno con la muerte. Frase que significa: [sentido figurado]. Prolongarse mucho la agonía.

§ Sentir de muerte. Frase que significa: de que se usa para dar a entender el profundo dolor o sumo sentimiento de una cosa, parecido al de la muerte.

§ Ser una cosa una muerte. Frase que significa: [sentido figurado] [informal]. Ser grandemente enfadosa o en extremo molesta.

§ Ser la muerte una cosa. Frase que significa: [americanismo]. En [Cuba], hacerse esperar, costar gran esfuerzo, ser difícil de lograr.

§ Tomarse uno la muerte por su mano. Frase que significa: [sentido figurado]. Ejecutar alguna cosa voluntariamente contra el bienestar, la salud, o la propia vida, sin tener en cuenta o menospreciando los consejos que se le dan en contra de lo que hace.

§ Volver uno de la muerte a la vida. Frase que significa: [sentido figurado]. Reponerse de una grave enfermedad. [definición académica].


muerte

Biología y Medicina. Uno de los conceptos que más se ha modificado con los modernos avances de la Biología y la Medicina es el de la muerte. Cuando acontece la muerte de un organismo superior, como el ser humano, es preciso comprenderla como un proceso más o menos rápido de destrucción de la armonía de funcionamiento que había existido hasta entonces entre sus componentes; las células. Las células integrantes del organismo humano son de muy diversos tipos y sus formas de vida son también muy diversas. Así, hay grupo de células con gran actividad y que precisan de los alimentos y del oxígeno en proporción mucho mayor que otros. Entre las células que más necesidad tienen de una buena alimentación y oxigenación están las del cerebro y sistema nervioso en general; por ello cuando, en un momento dado, sobreviene un paro en la circulación de la sangre, resultan rápidamente lesionadas por carecer del aporte de dichas substancias; mientras que otros grupos celulares podrán subsistir un tiempo mucho más largo sin alimentos y sin oxígeno. Estas necesidades vitales de las células están en relación directa con la intensidad del trabajo que realizan.

Así, en órganos como el hígado y el cerebro, se realiza un intenso trabajo celular; mientras que, en los huesos, las células son prácticamente inertes. Ahora bien, el trabajo que realizan las células y sus necesidades están en función de varios factores, entre ellos la temperatura. Las células, a temperaturas alrededor de los cero grados o inferiores, detienen prácticamente su actividad, sin que por ello mueran.

Este es el fundamento de la conservación de los organismos vivos a muy bajas temperaturas, es decir, de la
hibernación. De todo lo dicho se deduce: 1,°) Que la muerte de un organismo humano se produce cuando mueren los grupos de células que organizan y dirigen la armonía de su funcionamiento: estas células son las del cerebro. 2.°) Que, a pesar de haber muerto las células cerebrales, persisten con vida, más o menos tiempo, gran parte de las células del organismo. Ello es la base de los trasplantes; es posible extraer con vida un órgano o un tejido de un individuo muerto, si la extracción se realiza con rapidez después de la muerte. 3.°) Que se puede prolongar la vida manteniendo al organismo a bajas temperaturas, con lo que se consigue que las células permanezcan en un estado de vida latente, sin realizar las funciones que les son características. Ante estas nuevas posibilidades abiertas, se plantean nuevos problemas: en primer lugar, el de la determinación inmediata de la muerte de un individuo. Últimamente se tiende a considerar que la confirmación de la muerte se hará frente a la desapariciór de las funciones cerebrales. La desaparición de estas funciones se señala por pérdida de conciencia, ausencia de respuestas voluntarias o involuntarias a los estímulos exteriores, desaparición de la motilidad, de los reflejos y, en especial, los de la deglución y los oculares, carencia de respiración espontánea, fallo del corazón y desaparición de las ondas tipicas en el electrocncefalograma.

En segundo lugar está el problema de la reanimación. Cuando un individuo ha sufrido un paro cardiaco, mediante técnicas modernas, se consigue muchas veces que el corazón vuelva a latir y, aparentemente, el individuo recobre la vida. Si en el tiempo que el corazón ha permanecido parado, las células del cerebro no han muerto, se recobra efectivamente la vida, pero en el caso contrario (si el corazón ha sufrido el paro de más de cinco minutos), en cuanto se suspende la reanimación, hay otro paro cardiaco. El problema planteado es si hay que seguir con la reanimación o dejar que se muera definitivamente. En general, cuando al suspender la reanimación el corazón es incapaz de seguir latiendo por solo y la respiración desaparece, se puede afirmar que han sido lesionadas las células cerebrales y, en este caso, se aconseja no continuar con la reanimación, porque lo que se está haciendo es mantener la vida aislada de diversos órganos que ya no tienen conexiones con el cerebro, puesto que las células de éste han muerto. Es decir, se está manteniendo artificialmente la vida del organismo, cuando éste, como unidad funcionante, ha muerto ya. A veces, en accidentes de diversos tipos, mueren ciertos grupos de células cerebrales, mientras que otras permanecen vivas. Ocurre que si las células que se conservan ilesas son las encargadas de mantener la vida vegetativa, aunque desaparezcan todos los actos conscientes y voluntarios, el individuo puede sobrevivir mucho tiempo con los cuidados necesarios. En estos casos se debe hacer todo lo posible por mantener la vida, pues el organismo como unidad funcionante no ha muerto. Finalmente está el problema de la hibernación. La hibernación se basa en mantener un organismo a temperaturas lo suficientemente bajas, para que las células detengan su actividad sin morir. Ello se consigue administrando ciertos fármacos que disminuyen globalmente la actividad celular del organismo y luego manteniendo a éste en cámaras adecuadas a bajas temperaturas. El mencionado organismo puede ser conservado mientras se mantengan las condiciones descritas con la ventaja de que los procesos que hasta entonces se producían quedan detenidos. Una hibernación que podríamos llamar parcial, pues se limita a sectores del cuerpo, se practica ya en algún tipo de operaciones y gracias a ella se evitan hemorragias excesivas. En cuanto a la hibernación total y a sus posibles aplicaciones médicas, pertenece todavía al campo de la teoría, y por ello no existen a su respecto normas legales; probablemente, y a su tiempo, surgirán problemas en relación con la moralidad y conveniencia de realizarla. En lo referente al problema de los trasplantes, de mucha mayor importancia inmediata, se han establecido ya normas en el último Congreso Internacional que intentan regular este moderno procedimiento. Se ha definido la muerte atendiendo al concepto de muerte cerebral, ya explicado, y se ha discutido la licitud de tomar órganos de un individuo muerto, con el fin de trasplantarlos a otro ser humano. Legalmente se considera que si una persona no ha hecho ninguna declaración en vida contra la posibilidad de ceder sus órganos después de muerto, se pueden utilizar sus órganos para hacer un trasplante, siempre que sus familiares no se opongan.

Para certificar la muerte inmediata con miras a hacer un trasplante, debe estar presente un equipo de médicos compuesto por: un médico legalista, los médicos que van a realizar el trasplante y un encefalografista.

En lo que respecta a la moralidad de este procedimiento, no se han definido claramente las autoridades responsables, pero parece que hay la tendencia a desaconsejarlo en forma masiva, por el peligro de considerar ya muerto al enfermo que tal vez podría sobrevivir con una reanimación oportuna.


muerte

  1. Teología. La muerte es una realidad que atañe a todo el hombre. Pero el hombre es la unidad formada por una naturaleza y una persona, es decir, es un ser que por una parte, tiene una condición de ser que le ha sido dada independientemente de su libre voluntad, condición de ser que tiene sus propias leyes y su línea de evolución necesaria, y que, por otra parte, dispone libremente de mismo. Por todo ello, la muerte es un hecho que tiene un carácter a la vez natural y personal. Si la biología no comprende "en el fondo" porqué todo ser vivo multicelular muere, y en particular el hombre, la explicación de la muerte por una catástrofe moral de la humanidad, tal como la propone la fe, constituye la única explicación de la universalidad indiscutible de la muerte y en esta razón teológica radica la certeza de que la necesidad de morir forma parte de las fuerzas necesarias de la existencia en todo el porvenir, de modo que jamás la muerte podrá ser eliminada. 1,° Descripciones de la naturaleza de la muerte.
  2. La tradición cristiana da una primera descripción de la muerte con la frase lapidaria: "la muerte es la separación del alma y del cuerpo". Eso significa que el principio vital espiritual del hombre, su "alma", cambia su relación con lo que habitualmente llamamos su "cuerpo".

    Pero esta fórmula no es una definición de la esencia de la muerte que satisfaga a las exigencias de la metafísica y de la teología. Es una definición de la muerte demasiado genérica, ya que el hombre es el compuesto esencial de alma y cuerpo y es persona espiritual. La descripción de la muerte como una "separación" del alma y del cuerpo es insuficiente porque la misma "separación" es un concepto obscuro sujeto a interpretaciones muy diversas. En efecto, si el alma está unida al cuerpo, también lo está evidentemente con todo el conjunto del que el cuerpo forma parte, es decir, con ese conjunto que es el mundo material unitariamente considerado. El alma tiene, por lo tanto, por su unidad substancial con el cuerpo, una relación con la unidad radical del mundo y por lo tanto la separación del cuerpo y del alma en la muerte, no significa simplemente la supresión de esa relación con el mundo, como sustantivo el alma llegase a ser completamente ajena al mundo, es decir a-cósmica. Por el contrario, mejor sería concebir la supresión de esta relación con el cuerpo que delimitaba, mantenía y perpetuaba la forma de este cuerpo respecto a la totalidad del mundo, como una extensión y una realización más vasta y más profunda de una relación plenamente cósrnica con el mundo. Por la muerte, el alma humana entra en una proximidad más acusada y profunda con el fundamento de la unidad del mundo en la que todas las partes del mundo confluyen aún antes de su interacción efectiva, y esto es posible precisamente porque ya no está ligada a su forma corporal particular. Esta concepción está contenida también en la doctrina escolástica que dice que el acto substancial del alma no es realmente distinto del alma misma y que, por lo tanto, no podría desaparecer a no ser que el alma misma dejara de existir y no fuese inmortal, como muestra la filosofía y como lo enseña obligatoriamente el dogma de la Iglesia. Debe ser recordado aquí que el alma espiritual. por el hecho de su condición corporal. está fundamentalmente abierta hacia el conjunto del mundo desde antes de la muerte y que no es una mónada cerrada "sin ventana", sino que se comunica constantemente con la totalidad del mundo. Esta relación cósmica universal con el mundo supone que el alma que en la muerte abandona su forma corporal delimitada y se abre al todo, determina tambien a la totalidad del mundo y precisamente al mundo en cuanto fundamento de la vida personal de los otros seres corporales y espirituales. Esto parecen sugerir, por ejemplo. numerosos fenómenos para psíquicos y tambien la doctrina de la Iglesia sobre el Purgatorio, la intercesión de los santos, etc. El Purgatorio, por lo tanto, significaría que después del abandono y por el abandono de su forma corporal, el alma, en su autodeterminación moral libre y activa, experimenta más clara y vivamente la armonía y la disonancia entre ella misma y la estructura objetiva del mundo y, a la inversa, actúa sobre él de una manera más determinante.
  3. Dando un paso más en el discernimiento de la esencia de la muerte, se puede decir lo siguiente: la muerte no es para el hombre, ni el fin de su existencia ni el simple paso de una forma de existencia a otra que tuviera las mismas características esenciales que la primera, o sea, la condición temporal indefinida; es por el contrario, el comienzo de la eternidad, si es que se puede hablar de comienzo al tratar de la eternidad. Toda la realidad creada, el mundo, crece lentamente (en y por las personas espirituales y corporales, de los que ella es, en cierto modo, el "cuerpo" —y por su muerte—) hacia su propia forma definitiva, aunque esta plenitud por maduración interior (como el de cada hombre en particular) sea una interrupción y un final impuesto desde fuera, por una intervención de Dios, por su venida para el Juicio, cuya fecha nadie conoce.

    La muerte del hombre, es por consiguiente, un acontecimiento que se sufre pasivamente, respecto del cual, el hombre, como persona, es impotente y, en cierto modo, ajeno, pero es también, esencialmente, una realización personal de mismo, ya que el hombre ha de hacer "su propia muerte" desde dentro de su ser. La muerte, tiene, por lo tanto, dos aspectos. Es, de un lado, el fin del hombre, en cuanto es persona espiritual, es decir, una realización activa que viene de dentro, una expresión de mismo, la plenitud de la realidad personal plenamente aceptada y realizada.

    Por otro lado, la muerte es también, como fin de la vida biológica, una interrupción que viene del exterior y que afecta indivisiblemente a todo el hombre, una destrucción que le reduce a la impotencia más radical, Es a la vez acción y pasión. Y, dada la unidad substancial del hombre, no es posible repartir simplemente estos dos aspectos de la muerte entre el alma y el cuerpo, porque aniquilaría la verdadera naturaleza de la muerte humana.
  4. Esta ambigüedad de la muerte queda oculta, por lo que, partiendo de la realidad humana, no se puede decir con claridad y sin ambages que la plenitud de la vida alcanzada en la muerte no es otra cosa que el vacío y la nada ocultos hasta ese momento al hombre, o que el vacío que aparecen en la muerte no es otra cosa que el reflejo de una verdadera plenitud, de una liberación de aquello que es la pura esencia de la persona. Es por este carácter secreto de la muerte por lo que la muerte puede ser el castigo y la expresión del pecado y aún más, la cima del pecado, el "pecado mortal" en el sentido más estricto de la palabra. 2.° La muerte de Cristo. Por el hecho de hacerse hombre de la raza de Adán pecador, por asumir la "carne del pecado" (Ro. 8,3), Jesucristo entró en la existencia humana, la cual no puede realizarse plenamente sin pasar por la muerte, con toda su ambigüedad y oculta significación. Tomó la muerte sobre como expresión y manifestación visible de la creación caída con la caída de los ángeles y de los hombres. No ofreció solamente una satisfacción cualquiera por el pecado, sino que se abrazó a la misma muerte, que es precisamente el síntoma, la expresión y la manifestación del pecado en el mundo. El tomó sobre la muerte, con libertad absoluta, como obra y manifestación de la gracia divina, en tanto que vida divinizante, perteneciente a su humanidad por necesidad de naturaleza en razón de su persona divina. Por eso mismo, la muerte se convierte en una realidad totalmente distinta, respecto a la muerte de los demás hombres. En Cristo, la muerte es la expresión y encarnación de su obediencia por amor y la entrega de todo su ser de criatura, con toda libertad, a Dios. Lo que era expresión del pecado, llega a ser, sin suprimir por eso su carácter misterioso, la expresión del "" supremo a Dios y del "No" al pecado. La realidad espiritual de Cristo, que Él había poseído desde el principio y que había traducido en actos a lo largo de su vida consumada en la muerte, se hace manifiesta, con su muerte, para el mundo entero, se impuso a la totalidad del mundo y es una determinación permanente de los mismos fundamentos del mundo. Pero también el mundo ha llegado a ser otro distinto del que era antes de la muerte de Cristo, ya que la muerte de Cristo redimió todo lo creado, al redimir especialmente al hombre. "Si el grano de trigo que cae en tierra no muere, él solo queda, pero si muere, lleva mucho fruto".

    3.° El hecho de morir. El hecho de saber que la muerte es inevitable (sin saber ni cuándo, ni cómo vendrá) marca profundamente a toda la vida humana. Por saber esto (aunque este saber no se exprese) la muerte está ya presente constantemente en la vida humana y es la que da peso a las acciones necesarias, a las ocasiones únicas que no se repiten y a las decisiones irrevocables. Si el fracaso del hombre ante el pecado es la expresión más aguda de la finitud del hombre, la muerte es su expresión más visible. Pero precisamente la angustia natural ante la muerte, que hace que la muerte esté expresa y constantemente presente, muestra que la vida misma tiene un significado que sobrepasa infinitamente a la muerte. Porque en la angustia ante la muerte, la muerte no se presenta solamente como un hecho particular al fin de la vida, sino como un acontecimiento por el cual el hombre es desligado de los vínculos que le encerraban en todo aquello que era particular y situado delante de la verdad: a saber, que por la muerte, la decisión fundamental del hombre respecto de Dios, del mundo y de mismo, toma un carácter definitivo, con todo el riesgo de no llegar a su destino: La obra de la vida humana toma frente a la muerte una forma que esta llena de contradicciones violentas: encuentro de la voluntad más poderosa con la impotencia más extrema, del destino edificado por los propios actos con el destino impuesto por los acontecimientos, de la plenitud con el vacío. Esta situación esencialmente obscura y ambigua frente a la muerte es una consecuencia del pecado original, que concierne a todos los seres humanos y llega a ser en estos la expresión connatural del hecho de la caída de la humanidad en Adán, la cual supuso una frustración de la inmortalidad que habían recibido por gracia. (Ro. 5,12). Según que el hombre asuma su propia muerte como una obra personal a lo largo de toda la vida, ligada al pecado original, o que se mantenga en una disposición dócil e incondicional, en actitud de abertura total respecto a Dios, su muerte será o bien una repetición de mismo y confirmación de la emancipación pecadora del primer hombre respecto de Dios (un pecado definitivo) o bien una repetición personal y una apropiación de la muerte de Cristo, aceptada por obediencia (Filipino 2,8) (la muerte en el Señor, en la que la experiencia del final es el amanecer de la plenitud).


 


Sinónimos de "muerte"





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Análisis sintáctico de "muerte"


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Frecuencia de uso de "muerte"



Uso en películas

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Uso en libros (hasta 1923)

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Uso en Wiktionary

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